lunes, 15 de octubre de 2012
Cuando el objeto habla induce a pensar. Y entonces corre el riesgo de ser considerado peligroso. En realidad, la vida es subversiva no cuando espanta, conmociona o sólo estigmatiza, sino cuando es pensativa (reflexiva). Lo que caracteriza a las sociedades llamadas “avanzadas”, es que hoy esas sociedades consumen imágenes y ya no creencias; son, por lo tanto, más liberales, menos fanáticas, pero también más falsas (menos auténticas), lo cual, en la conciencia común, traducimos admitiendo una impresión de aburrimiento nauseabundo, como si -universalizándose- la imagen produjese un mundo sin diferencias (indiferente) del que sólo puede nacer, aquí y allá, el grito de anarquismos, marginalismos e individualismos. Los dos caminos son éstos. Debo elegir entre sumarme al espectáculo del código civilizado de las ilusiones perfectas, o afrontar el despertar de la intratable realidad.
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"Este 'contagio afectivo', esta inducción, parte de los otros, del lenguaje, de los libros, de los amigos: ningún amor es original. (La Rochefoucauld: 'Hay gentes, que no habrían estado jamás enamoradas si no hubiesen jamás escuchado hablar del amor'
Roland Barthes
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