abolie, escucho tu alma. Alma sensible, ven vamos a hacer fuego en la playa, desnúdate en las ganas de quedarte. Adivina mis silencios, tu forma trascendente en mi vida. Cada reflejo de luz en el mar, la luna, el firmamento. el momento rebota en mi cabeza, la manera en la que pintabas mi espalda. Sentirnos el corazón, esa noche traspasó el océano que nos separa. Tu firma en la arena, extrañas coincidencias provocaron una vuelta en la playa y una cita que nunca llegó. Un impulso de hacerme en ese lugar, perfecta superficie para despojarme de las cargas de la noche. Era un misterio esa escarcha naranja saliendo de una sombra. Ese intento de contorno atrapaba toda mi atención y consumió la confortable soledad que me arrojaba, de pronto, un impulso 11 de enero del 2012 quiso acercarse al pequeño volcán. Empezamos a hablar, a investigarnos la vida, a sentir que juntos estábamos mejor. En sus ojos habitaba un dejavú. El fuego consumió toda clase de interrupciones y empezamos a ensimismarnos mutuamente. Intercambiamos palabras, miradas, ganas de hacernos el amor. La sinceridad era poética, cada pregunta y respuesta era un verso perfecto. Casi no nos preguntábamos cosas, simplemente admirábamos toda la pintura que teníamos en común. Cada uno viajo a las columnas de sus memorias y resumió en una historia uno u dos años de sexo y de drogas. Ya vengo, voy al servicio. Nuestros dedos inquietos buscaban el arete concha que me regaló cesar, el indio y palitos secos para echarlos a la hoguera. Intercambiamos calmantes, falsifiqué tu firma, Henriquez con z. Dibagamos por los fluidos del destino, enredandonos más y más , hasta llegar a esas profundidades que solo hasta entonces habíamos alcanzado a solas. Bajo el cielo desnudo, decidimos dejar de aplazarnos. Sabali today. Nuestros silencios fluían como las olas, eran pausas perfectas. Empezamos a derramarnos uno en el otro, llegando a las superficies más sutiles de nuestra memoria amnésica. Eramos dos soledades maravilladas que inocentemente se contenían una a la otra. Tantas pinturas en comun, amor a los cielos y a los setos. La música que producía nuestro encuentro era extasiante. Nos absortabamos en cada viento, en cada pelo agitado, en cada rasguño de luz en nuestras pupilas. Adivinaste mis pasiones porque las compartías. Veías en mi una parte de tus planes, y yo veia en ti un ángel, un dejavú lunático con tatuajes en cada uno de sus segundos. Estiramos el momento, hiciste una vela y yo un escorpión-cobra. Tanta infinitud nos arrancó de si, nos sumergió en la eternidad. La luna actuaba como un detergente en los ojos, fuimos espíritus limpios, desinfectados. El poder de la atracción arropó nuestro azar con mi trapo azul, teñimos los brazos de calor y respiramos lento y profundo. No intentamos agradar, ni ser otros, simplemente fluiamos como las olas y el viento, al ritmo de los corazones infestados por una conexión cósmica, universal. Descubri nuevos caminos por su espalda, llené mis brazos de su corazón y el dejavú que lo contenía. Notas hipnóticas salían de sus dedos, sabía leerme perfectamente sin "conocerme". Pero los dos teníamos en común la forma de acariciar la vida, de encontrarnos en la luna, de percibir la magia que latía en medio de nosotros. La sensación que se tiene del sol sin haber dormido despidió con un abrazo nos vemos dos, tres horas despues en la playa. Aún te siento.
Hermoso azar, gracias por todo, Bye bye.
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