Claro que su amor por las sandías tiene que ver con sus experiencias de niño como trabajador en los puestos de fruta de los mercados de México. Después de todo, ¿qué podría constituirse en una imagen más potente de los placeres cotidianos de este mundo que una apetitosa fruta de brillantes colores, jugosa y de dulce sabor? Y aunque la forma de una rebanada de sandía puede verse como una sonrisa -y como tal fue utilizada frecuentemente por Tamayo para representar las bocas de sus figuras sonrientes- la sandía tiene connotaciones y resonancias más profundas. Se trata de una fruta que se corta con cuchillo. Incluso en su forma, el ángulo en que se corta la sandía sugiere la presencia del cuchillo. La fruta misma nos recuerda la carne y la sangre por su color. En la pintura de Tamayo la sandía, que simboliza la sensualidad de la realidad mundana, es también una imagen del sacrificio ritual: una ofrenda a las fuerzas ignotas que modelan nuestro universo. Existe, además, un nivel de significación más recóndito en el cual vibra esta imagen: al acentuar la forma creciente de la sandía, Tamayo la relaciona con las fases de la luna. Así, crea una imagen poética que evoca, a la vez, la sensualidad de la fruta, la sangre de los sacrificios rituales, y la eterna presencia de la luna.
martes, 20 de agosto de 2013
Sandías- Rufino Tamayo
Claro que su amor por las sandías tiene que ver con sus experiencias de niño como trabajador en los puestos de fruta de los mercados de México. Después de todo, ¿qué podría constituirse en una imagen más potente de los placeres cotidianos de este mundo que una apetitosa fruta de brillantes colores, jugosa y de dulce sabor? Y aunque la forma de una rebanada de sandía puede verse como una sonrisa -y como tal fue utilizada frecuentemente por Tamayo para representar las bocas de sus figuras sonrientes- la sandía tiene connotaciones y resonancias más profundas. Se trata de una fruta que se corta con cuchillo. Incluso en su forma, el ángulo en que se corta la sandía sugiere la presencia del cuchillo. La fruta misma nos recuerda la carne y la sangre por su color. En la pintura de Tamayo la sandía, que simboliza la sensualidad de la realidad mundana, es también una imagen del sacrificio ritual: una ofrenda a las fuerzas ignotas que modelan nuestro universo. Existe, además, un nivel de significación más recóndito en el cual vibra esta imagen: al acentuar la forma creciente de la sandía, Tamayo la relaciona con las fases de la luna. Así, crea una imagen poética que evoca, a la vez, la sensualidad de la fruta, la sangre de los sacrificios rituales, y la eterna presencia de la luna.
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