Los azares son futuros que ecan. Déjame abandonarme en un beso, esparceme en tu vida, en la puntualidad que nos aguarda y nos contiene. Filtra en mis poros tu esencia, nada en mi sangre, satúrame las venas de azul, haz que rieguen su destino en el aire. Cada desición te oculta, te aguarda, te esboza y aparece la equis en el mapa, en las nubes, en el aire, en todas las pupilas que se enfocan en el camino. Esa manera de rayarme el iris, de trastornarme el tiempo y llamarte con la mente. Recordar las estrellas palpitar, dos espaldas abandonadas en la arena con dios y el mundo, guiados por el mapa del firmamento, uniendo puntos despersonalizados. Saborear un pan de arequipe, una roca, la cadena humana que se tejía en las carpas. Pensarte es un estado transparente. Leí la isla a medio dia y recordé el momento en el que se nos apareció el infinito, sentada en la baranda a la altura de seis traseros, leyendo sus botones, sus muñecas esposadas del tiempo, sus oidos taponados de desvios, de plazos. Sus ojos conscientes que lamentan a lo lejos algo que eca desde aqui, esa esencia evaporada por las decisiones. Te fuiste a dejarme, a que todo estuviera bien y a cuidarme. Hoy el dibujo invocó la razón creadora que hasta ahora hoy se asoma.
Gracias bonito, aún tengo cosas por dibujarte, una luna que flota en el corazón y una guitarra llena de noche.
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