viernes, 9 de marzo de 2012
es momento de acomodar la cabeza hacia el lado izquierdo de esa dirección oscura y fascinante que envuelve los días, esta noche llena de pelos cortados y marcos de rostros tijereados, de un vino que te trajo de pronto enredado entre versos, compotas de albaricoque y cielos nublados. Tu, en medio de todos los actores del día, asomado en los trancones del nueve de marzo, en las estaciones de trasmilenio destruidas, porque si, esa mierda es muy cara, es un robo y presiso hoy que habia comprado muchos pasajes, al lado de la señora enferma, que olia a fermento humano, con su cara arrugada como las hojas que dos puntas, dos vueltas, escribo, no me gusta, boto. Botar, tirar, desprender las entrañas de la tipografía, fragmentar el sustrato, volverse flaca, entrometida y parida por un mano agonizante que peina los cabellos del que ha desviado la ruta de las lágrimas que le lavaban la cara y que ahora desembocan en tu abstracto: nuestro encuentro. El mapa de su mano modificado por los atajos del destino . Estaba ahí, en una moto ante un viento que me secaba el agua de los ojos, atravezando puentes de paño gris, protestas bomba con papas y salsa de tomate, fresca, mostaza, hamburguesas vegetarianas. Los costales verdes, la música que no me aguanto, si, ella con su novio y su tatuaje del tercer ojo, me encanta. Sigue, el puente nuevo, el dos metros que compartía mi ruta en silencio, con mi pañoeta enroscada como serpiente espectral. Depronto me habla desde una revista, una página en septiembre que insinua un interés casual por contenidos totalmente diferentes. El en modelos y covers de tarjeta de crédito, yo en andenes de circo y cartas a los payasos. Es la manera en la que agitas el pelo que hace que tus antorchas me tripliquen la vida que me cabe en el corazón. La niña del pelo corto, llena de un misterio que se repite en el pasado en el quinto piso del siete a las 10. Pantalones con bolsillos infinitos, agendas lenas de secretos, la foto, las rastas, el gordito y el mas imundo que se gano la música y una chocolatina con maní desvaneciéndose en el show. Fuego mágico, la fogata, paciencia. En el encaje de su espalda, murallas de clausura, los rumores como un pez navegan en las cosas que callas, que apenas se asoman entre los latidos propagados en nuestro cuerpo. Yo siento, yo se cual es tu versión liquida, vuelve con migo, quiero ser chocolate derretido en tus dientes, quiero ser sangre superdotada que te navega como un delfín con sobredosis de azucar y de músculos fuertes. Cincela en mi caricias de colores sorprendentes, familiares de los matizes de los atardeceres que han recibido cierta versión de tu existencia y pararte asi, con tus tenis llenos de viajes y direcciones desconocidas. La carta, que nunca botarán, estará en nuestra memoria de duende registrando un punteo de guitarra loco y demente, amarillo y salpicante, feliz y tu. Un misterio, especial y encantador. Serás grande, como el, hoy te pensé en las escaleras del chorro, unos vinos y tus amigos que siempre me encuentro en los almacenes de maletas, con la barba aspirante a las distancias de la tuya, que comprenden el mar y el amor de su vida.
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