La pólvora convulciona en el cielo. María esta pariendo a Jesús por dosmildoceava ves. La noche empieza a totear a pesar de la ilegalidad de la pólvora. Por primera vez en 21 años paso un 24 de diciembre con nadie, con migo. Empiezan los equipos de sonido a abrir la boca y a gritar la hora con todas sus fuerzas. Tropicana 102.9.
Vuelvo al teclado, al piano de sentimientos que compone lo que callo. Vuelvo a la tecla espaciadora y la camino, la viajo y la hundo . Me acuesto en su horizontalidad. La beso.
Me hundo en las canciones del año, esas que forjaron instantes, colores y formas. Se me vienen a la cabeza abrazos. Vuelvo al inicio de todo esto: El mar. Cierro los ojos y un suspiro me hincha de ti. Busco a Barcelona en el mapa y acaricio tu casa, tu noche, tu vida invisible que esta amaneciendo en este momento. Siento inflamado el plexo solar y me enamoro mas. Las estrellas, los caracoles, los trapos azules y la foto de la wayuu. Tengo el arete que el indio me regaló y que se lo comió la arena. Recuerdo el tronco en el que fuí asecinada por la luna cuando la orilla del tayrona me lambía los pies. Gracias por este año tan fértil.
Aparecer por arte de magia. Esconderse. Entenderte todo sin abrirte las páginas. Vomitar la lengua en el blog, subirle las defensas a las babas para pronunciarte más bonito, escribirte, cantarte y tejerte el nombre en las cuerdas bucales. Besarte el arpa de la garganta,
No te necesito. Solo te amo.
Te amo infinitamente, venimos tan de adentro que los silencios se desprenden en el cielo. El saxofón del aire te presionará notas en la traquea.
Cierras los párpados y en ellos se proyectan todas las respuestas.
Ver el cielo me esfolia de mi misma.
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