Todo es tan raro Rocamadoure, me gusta decir y escribir tu nombre, y cuado lo escribo siento que te toco la punta de la nariz. Ahora solamente te escribo en el espejo, de vez en cuando tengo que secarme el dedo porque se moja de lágrimas. Algún día tendrás muchos respetos.
Es como si se pusiera guantes para hablar Rocamadoure.
Era una palabra impermeable, una excusa lo suficientemente fuerte como para evaporale la cara.
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