domingo, 3 de febrero de 2013
RICHARD EVANS SCHULTES
Es posible que el Dr. Schultes haya sido una especie de aventurero de capa y espada, pero también fue un educador con un corazón de oro. Viajó por todo el mundo para darles conferencias a estudiantes que —como él mismo decía— “no tenían la oportunidad de asistir a Harvard”. Era infaliblemente atento y paciente, y siempre estaba a disposición de los estudiantes, dondequiera que se encontrara. El etnobotánico Christopher Brown, que en algún momento de su vida no fue más que un modesto estudiante de escuela nocturna, aún recuerda vívidamente la primera vez que se le acercó al Gran Hombre: “Discúlpeme, Dr. Schultes, yo sé que está muy ocupado...”.
Schultes lo paró en seco: “¡Yo nunca estoy muy ocupado para atender a los estudiantes!”.
Pero quizá su mayor legado sea ambiental. Fue padre fundador del movimiento en pro de la conservación de la selva tropical húmeda y una inacallable voz condenatoria de la destrucción tanto de la selva como de las culturas aborígenes, mucho antes de que la mayoría de la población se diera cuenta de la existencia del problema.
En Colombia se llevó a cabo un acto histórico apenas seis días antes del fallecimiento del Dr. Schultes. Viejos chamanes de tres tribus diferentes de las estudiadas por él salieron de la selva y viajaron a Bogotá con el propósito de hacerle entrega al gobierno nacional de un Código Ético Chamánico que habían pensado y elaborado para proteger su sabiduría médica, su cultura y sus ecosistemas. Tal vez estos curanderos y sus selvas húmedas constituyan aún el refugio de esa magia que sedujo a Richard Evans Schultes hace ya tantos años.
Biliografía: El malpensante y Diego Restrepo (efecto de Ashes and Snow), mi último profesor en la universidad.
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