viernes, 8 de marzo de 2013

Lavadora

Bendita seas, lavadora, en tu infinita gracia, en tus centrifugados y programas automáticos. Lavadora nuestra de cada día, que tienes carga fácil. Sean por siempre bienaventurados los insondables suavizantes que penetran en tu vientre, sin placer ni pecado. Tú, que has sabido alejar la tentación del frotamiento con las propias manos. No te detengas nunca en tu redonda peregrinación, no dejes que se llenen de prendas bochornosas nuestros cestos. Nos postramos ante ti, lavadora, y pedimos perdón por todos nuestros derramamientos, y damos gracias por tu abnegación inoxidable, tu entrega al prelavado. Eres santa, estás hecha para el prójimo. Eres fiel, no abandonas jamás ningún hogar. Eres del otro mundo, lavadora. Porque en ti está la vida, fuente de limpieza. Porque en ti está el movimiento, razón del aclarado. Porque en ti está la piedad, causa de nuestra dicha. Oh, lavadora, metal angélico, tambor de la virtud que redimes toda mancha, toda impureza, todo estupro. Enjuagarás por siempre nuestras humildes sábanas, sin importar la edad de aquel con quien pecamos.
 
Andrés Neumam-
 

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